REGRESO
Los veinte minutos de estellesa me han hecho darme cuenta de que ya ha pasado el tren que tardo 10 horas en llevarme a Venecia. Entonces me he acordado de los spaghetti al tonno, panna, cipolla; los hombres que siempre te encendían el cigarro en vez de darte el mechero y las conversaciones interesantes con gente nueva cada día. Las pesquisas en la mafia: camorra, andrangueta, sacra corona unita... Rosellini, Matteotti, Maria de Filippi y Toti y Giorgio Napolitano, en fin.
Casi no me había dado tiempo en pensar en ello desde que llegue a esta vertiginosa carrera con destino inexacto. Ha sido una vuelta impactante. Este año me he visto rodeada de amazonas, con cirugía estética y todo, y con minis en el aparcamiento que te hacen pensate si el apartado de correos es el 90210.
Al mismo tiempo me he visto rodeada de gente que ha aprendido muchísimo, demasiado quizá para las expectativas de alguien que debería estar su mismo nivel. Gente que sabe mucho más de lo que se imagina. Gente que me está dejando alucinada y a la vez me hace sentirme un poco pequeña y un poco retrasada. Y todo esto, además, con la humildad que me gusta. Frentes cenicientas que me preguntan por mi vida con cara de niño asustado, conversaciones acerca de qué tipología elegirían como amante (me impactó), ilusión desmesurada ante diminuta caja de cerillas y flequillos ateneos que me preparan sándwiches de 4 pisos para que me vuelva a sentir en casa.
A ver como termina todo esto, puede ser que en un suicidio a la japonesa, espero que termine de manera parecida a Alberite, en los indios, o en Zarauz haciendo concesiones, jugando a las películas y hablando todo el santo rato como si estuviéramos en una de ellas.