CAMELA
Vive en Valdeacederas, con una pareja de bolivianos, un africano y un compatriota, marroquí. Todos son “muy amigos”. Es alto y fuerte, aunque parece que los brazos los tiene inchados de pincharse anabolizantes; él, sin embargo, achaca la desproporción de su cuerpo a que cuando se marchó de casa, en Marakech, se hizo pescador. Vino con 18 años a Madrid, sólo y “como todos los moros”, tal y como dijo. Al llegar, sin ni una palabra de castellano ni papeles tuvo que vivir en la calle y dormir en cartones.
Finalmente, negocios poco legales le hicieron llegar a mis compañeros de piso y de esta forma, a mí.
Le falta un diente y tiene un español muy bueno para el tiempo que lleva aquí. Pide que se le corrija lo que dice mal. Mi compañera de piso se ríe y le dice “Oyes Jusep, es que lo dices todo mal”.
El año pasado estuvo en San Fermín, y me preguntó que si Pamplona era la capital de Navarra.
El otro día por la noche confesó que le gustaba Camela porque era la primera canción en español que había escuchado cuando llegó. En mi piso, por supuesto, había discos de Camela, así que ahí estuvieron los dos, cantando como locos. Felicidad
VEIS QUE HAY A LA IZQUIERDA UN ANUNCIO QUE PONE METRO, EN CUANTO SALGA EL LOGOTIPO TENÁIS QUE PINCHAR, SI SOIS LOS PRIMEROS GANAIS UN IPOD
1 comentario
Caravinagre -
Tengo que ver tu piso...