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JASON (de nuevas)

ESPEJO DEL CIELO

ESPEJO DEL CIELO

La mañana comienza, termina y enmucede sentada en la sombra de la desolación. Sus pasos se detuvieron, ya no quiere seguir más este camino hacia la desesperanza y la oscuridad. Ya no le importa el medio. Piensa en el fin, tan oscuro y frío, tan agonizante. Olvidó a Aristóteles, porque a pesar de su belleza de sus rosas, también sangró de sus espinas, cuando las quiso agarrar, cuando olvidó la desonfianza, ya acostumbrada al sendero, ya familiarizada al olor que desprendían, tan bello.

 Todo lo que aprendió un día desaparece también, ante la ingravidez de la cotidianeidad, sólo quiere escribir la belleza de los elementos, y tranformarlos en la belleza de las palabras. No quiere frases surgidas de vocablos manirrotos, que desprecian la composición y el fin último de elevación espiritual. No quiere convertirse en periodista intrépida que sólo busca la gloria de la inmediatez y el escándalo. No quiere arrimarse más al desprecio de las sombras, ni que su apellido encabece palabras insulsas que desaparecen cuando ya no son lo último, que ni siquiera se leen en el momento en que fueron escritas.

***

Una laguna de color de jade se transforma en un espejo del cielo. Al atardecer. Las nubes ya rojas, rosas, celestes, se ven como barcos que navegan hacia la luna, mientras que ya rojo, el sol sucumbe tras de las montañas.

Un barquito avanza hacia tus ojos, hacia la vida que no es sino muerte queriendo tranformarse en cada movimiento en un instante de grandeza vivida, que ya pasó y se refugia nuevamente en tus ojos.

 ***

Me decido oponer la corriente mientras me siento en una balsa ligera, que me desliza rápido por encima de este río que es la vida. Me doy cuenta de que no tiene ningún sentido, que la vida es la que es con los elementos que la componen, que  un niño desnutrido seguirá mirándome en esa fotografia con el rostro pálido y los ojos hundidos, que se morirá  de hambre mientras restos de comida donada se pudre desde hace meses en la sede del centro de catástrotes.

Que a pesar del increíble acceso a la población de la ciudadanía, todos continuamos pasivos, viéndola pasar, a menos que encontremos alguna forma de beneficio individual en la denuncia de la tiranía.

 Que el mundo es inconsistente a la vez que mierdoso y desesperanzador. Que todos, desde nuestra inconsistencia, jugamos a ser dioses o nos senitmos solos, despreciados y arrinconados según los sucesos del día a día. Según nos alaben o critiquen. Según nos inviten a cena de gala  o se olviden de nuestra existencia entre una lista de 200 invitados. Y no recibamos invitación. Y entonces pensemos en los niños que mueren del hambre y en los restos que se tirarán en esa cena.

Porque sabe que nunca se ha guiado por la razón, porque sabe que ha sido feliz siguiendo sólo el impuslo de sus sentimientos.

3 comentarios

Alfredo -

Carol, no abandones tu blog! Que tenés mucho que decir!

carol -

Siempre fiel, gracias Montxi

José Ramón -

Un bello espectáculo de literatura con sentimientos al alcance de muy pocos.